Desconéctate del mundo.
Olvida todo lo que existe.
Deja tu mente en blanco.
Entra en la oscuridad de la soledad.
Cierra los ojos y camina un poco.
¡Para!
Si vas muy rápido caerás al precipicio.
Temblarás.
Tú corazón palpitará velozmente.
Respirarás.
Sentirás el viento mover tu cabello.
Y si ves el horizonte a lo lejos… No es nada.
O si hueles el pasto recién mojado… No es nada.
Si percibes mi silueta a tu lado… ¡No es nada!
No me hagas repetirlo dos veces.
Tu cabeza comenzará a dar vueltas.
Los sonidos molestaran tu presencia.
Las luces cegaran tus ojos.
Nunca hay final. Estás dónde no existe la realidad.
Colorido no es el cielo; está peinado por tus negros cabellos.
Lo verás a punto de romper cómo si fuera a caer un aguacero.
Alzarás las manos lo más alto posible para alcanzar ese algo que tanto ansías encontrar.
Se humedecerán con la tristeza.
Te entrará un enorme vacío que atacará directamente tu alma.
Querrás morir en cuanto sientas la ponzoña correr por tus venas, pero vivirás siempre y cuando te dejes llevar por la seducción y el placer.
Será como una droga.
Acudirás a esta hazaña mientras no se haga una costumbre y descubras la porquería en la que te estás metiendo, y en cuanto pares terminará la magia espiritual de la que tanto te hablan.
Nunca te hagas a la idea de dominar a un león.
Son bestias desastrosas, bellamente malditas y con una mente jodida llena de venganzas y planes de caza.
Nunca vayas más allá del prado.
Recuerda que eres la carnada.
Muestra más de 5 facetas al día.
Aprende del cinismo felino.
Huye en cuanto salga el sol.
Muestra los colmillos cuando se hunda entre la tierra.
Salta si te sientes listo.
Tírate sobre los muros.
Ponle color a éste mundo.
Y hazme saber lo nefasto que es el tiempo cuando desapareces entre mis sombras.
